Colombia: ¿transiciones? ¿desde qué y hacia dónde? y otras preguntas frente a la confusión

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Las discusiones sobre unas posibles transiciones hacia otros modos de explotar los recursos naturales están en el centro de la atención pública. Pero al mismo tiempo, ese debate se volvió más y más confuso.

Están los que usan la palabra “transiciones” para dejar atrás, por ejemplo, los extractivismos mineros como el del carbón, no de un día para otro, sino de forma paulatina y organizada. Pero hay otros que emplean el mismo término para reclamar más minería y más exportaciones. Están los que defienden “transiciones” que imponen una despetrolización, pero hay otros que quieren explotar hasta la última gota de hidrocarburos e incluso mantener el fracking.

Como puede verse hay imprecisiones, confusiones e incluso propuestas que son estridentemente contradicciones. En las líneas que sigue, se comparte una reflexión ante estas confusiones y las posibles vías para resolverlas (es el cuarto y último texto en una serie sobre las alternativas a los extractivismos en Colombia; 1).

Partidas y llegadas

Es ineludible comenzar por exigir una clarificación de los extremos en esas transiciones: de un lado, ¿cuáles son las situaciones que se desean dejar atrás o solucionar?, y del otro lado, ¿cuáles son sus metas? ¿cuál es la condición futura deseada?

Las denominadas transiciones postextractivistas, que son las que se defienden en este artículo, ofrecen respuestas claras a esas preguntas. Se quiere dejar atrás los actuales estilos de desarrollo que destruyen la Naturaleza, generan impactos sociales, y reproducen efectos y distorsiones económicas. Las metas están en una extracción de recursos naturales que sean realmente necesarios para asegurar la calidad de vida de las personas y a la vez proteger a la Naturaleza (2). No prohíben, por ejemplo, a la minería, sino hacer la que es necesaria y justificable para una buena vida, al contrario de otra que sirve al consumismo.

Se utiliza la categoría “transiciones” porque se reconoce que serán cambios paulatinos. Se comprende, además, que la avidez consumista y el utilitarismo que manipula la Naturaleza está profundamente arraigada en nuestras culturas, son difíciles de modificar por lo que se debe ir paso a paso.

Esas raíces que sostienen a los extractivismos son muy visibles en Colombia, incluso en el campo ambiental donde hay voces que terminan defendiendo la minería, la petrolización y el fracking. Eso explica el entreverado debate, donde se usa la palabra “transiciones” incluso para caminar desde un extractivismo a otro, o bien asumiendo que existen soluciones tecnológicas que permiten continuar con esas explotaciones,  o que todo se resolvería pagando compensaciones económicas.

Desde las transiciones postextractivistas se admite no se tienen todas las certezas ni están resueltos todos los caminos a seguir, y que se debe lidiar con otros usos del término transiciones, y con todo tipo de confusiones. En tanto esta es una aventura democrática y participativa, se deben escuchar y responder a esas otras posiciones.

Cambios cortos y transformaciones largas

Es posible ofrecer un ejemplo para algunas de estas cuestiones. Consideremos la metáfora de Brigitte Baptiste postulando que el sector petrolero sería el “pollito sano”, que no hay que “matarlo” para darle “caldo al pollito enfermo” (3). En su momento reaccioné escuetamente a esos dichos para no interferir con los debates electorales en marcha. Ahora es apropiado retomarla porque es un ejemplo de la anulación de unas transiciones sustantivas.

En esa metáfora no está muy claro quién es el “pollito enfermo”: ¿las comunidades contaminadas? ¿la biodiversidad perdida? ¿los más pobres? ¿toda Colombia? En esa entrevista, Baptiste alababa a la gestión del presidente Duque y a un empresariado que sería muy verde en su gestión ambiental. Agregó que Duque adoptó compromisos internacionales “muy ambiciosos”, tejidos en “conversación entre los actores públicos y privados”, y con un “respaldo muy grande por parte de los empresarios”. Retrata un empresariado ecologista, que brinda reportes de “sostenibilidad”,  y muy “ágil” en adoptar indicadores y parámetros de sostenibilidad y carbono neutralidad.

Analicemos esas proposiciones. Su diagnóstico de partida está reñido con los reportes sobre el deterioro ambiental durante el gobierno Duque, el manifiesto fracaso en detener la deforestación, y con la persistencia de un empresariado hostil a reformas ambientales. Como su punto de partida es muy otro, y el gobierno y las empresas lo estarían haciendo muy bien, se proponen lo que puede describirse como “cambios cortos”,  con ajustes y reformas pero manteniendo los extractivismos.

Es por ello que Baptiste, como otros actores, sostienen que se estigmatiza a la minería formal, la que estaría “sujeta a una cantidad de controles y normas muy importantes”, y como contrapunto, le achacan mayores culpas a la minería informal. Consecuentemente, el “cambio corto” sería reducir la informalidad para transferir esas explotaciones a empresas formales (exactamente lo mismo se proponía en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 del gobierno Duque; 4). En el mismo sentido está la creencia en una megaminería justa, responsable o ecológica. Sin embargo, también en ese frente, la evidencia muestra otra situación. La escala e intensidad de la megaminería, más allá de la etiqueta que se le aplique, mantienen sus impactos y su subordinación económica.

Es por ello que las transiciones postextractivistas apuntan a “transformaciones largas”, al requerirse cambios en varios frentes, como los políticos y económicos. No reniega de la utilidad de ciertos “cambios cortos”, pero sólo serán útiles si son adecuadamente encadenados en una transformación larga.

La estructura de transiciones postextractivistas

Establecida la importancia de los puntos de partida y las metas de llegada, las transiciones son al fin de cuentas políticas públicas, estrategias de gestión, y planes de acción. Para que pueda avanzarse se debe contemplar su estructura interna y su funcionalidad, todo lo cual se puede esquematizar del siguiente modo:

Las medidas en las transiciones deben tener una correspondencia con las metas que se persiguen. Si por ejemplo se plantea despetrolizar al país, las medidas no pueden ser promover más explotaciones petroleras o defender el fracking.

Los componentes dentro de las transiciones deben ser coherentes entre sí. Por lo tanto, si se desean anular los impactos ecológicos de extractivismos como el minero, la solución no es aumentar las compensaciones en dinero a las comunidades locales, porque los pagos monetarizados que reciben las personas no resuelven los efectos ambientales.

Existe una jerarquización, por la cual desde conceptos y categorías se derivan medidas de acción. Es una mala práctica emplear planes de acción desconectados de un marco conceptual, así como plantear grandes ideas sin saber muy bien cómo llevarlas a la práctica. Por ejemplo, si se quiere desmercantilizar la Naturaleza, la solución no es aplicar pagos por bienes y servicios ambientales en tanto operan en sentido contrario. En cambio, es apropiado utilizar evaluaciones multicriterio que permiten incorporar, entre otras consideraciones, las valoraciones distintas a las económicas, como las estéticas o religiosas.

Las transiciones necesitan estar ordenadas en el tiempo al ser una secuencia de medidas, a su vez, coordinadas entre ellas. Por ejemplo, para poder reducir el peso de los extractivismos rápidamente se deben potenciar otros sectores productivos para que éstos puedan, después, por un lado, absorber trabajadores que provienen de los extractivismos, y por otro lado, compensar las pérdidas económicas por la reducción de esas exportaciones.

Finalmente, se debe considerar la escala. Las transiciones postextractivistas son nacionales. Al requerirse transformaciones en la política y economía su mirada es la de todo un país. No pueden esperar por ser globales ya que hay necesidades urgentes que deben resolverse cuanto antes, y no pueden esperar por otras naciones. Las transiciones plantean una desglobalización selectiva como medio para recuperar soberanía y autonomía. Esto no significa un aislacionismo ya que será necesaria la integración con los países vecinos, aunque bajo otro tipo de coordinaciones.

Los entreveros

Examinando los debates recientes es frecuente encontrar que se violan muchos de los aspectos que se acaban de describir. De ese modo, surgen “transiciones” que son un giro desde un extractivismo a otro. En eso no están en juego las intenciones, y cómodamente se puede reconocer que muchos tienen los mejores propósitos, pero las intenciones no bastan para construir políticas públicas que efectivamente resuelvan nuestras crisis.

El caso llamativo en Colombia es que el entrevero y la confusión son activamente agitados por algunos actores académicos. De alguna manera trasladaron al campo de las políticas y gestión pública comportamientos típicos de la vida académica, recordando las manías por publicar un paper en un journal a partir de marcar diferencias contra la bibliografía, sin olvidar que unos cuantos son, además, bastante alérgicos a la crítica. La cuestión no es menor, ya que desde ese mundo universitario parten los asesoramientos e incluso los técnicos que recalan en empresas y el gobierno, y a la vez, influyen sobre los movimientos sociales.

Señalar esta problemática no implica olvidar ni negar el papel indispensable de la reflexión académica para nutrir los planes de transiciones. Pero poner en discusión esas ideas, desde la perspectiva de las transiciones postextractivistas, es una expresión de respeto y consideración.  Al mismo tiempo, también son necesarias las precauciones ante la cooptación del término “transición” usándolo en sentidos publicitarios para seguir haciendo lo mismo, como ya ocurrió con otras ideas inicialmente disruptivas que fueron modificadas hasta volverlas funcionales al desarrollo convencional.

Estas dificultades también afectan al nuevo gobierno, y un ejemplo reciente fueron las declaraciones de la nueva ministra de minería, Irene Vélez, sobre el decrecimiento (5).  No hay duda que los extractivsmos dentro de Colombia se reproducen por la demanda de crecimiento en sociedades ricas e industrializadas. Si esos países redujeran sus niveles de consumo, inmediatamente se reducirían las presiones para explotar recursos naturales desde el sur.

Pero el uso del término en el contexto del debate colombiano sobre transiciones no fue feliz, ya que lo usos originales del vocablo, especialmente en Europa, son muy distintos a los contextos y urgencias latinoamericanas. A la vez, coloca a las transiciones colombianas bajo una condicionalidad externa (podría decirse que sólo es posible reducir los extractivismos si los países ricos decrecen). Toda esa discusión puede ser entretenida para la academia, los simposios y los journals, pero está repleta de riesgos si se hace gestión pública de ese modo. Colombia no puede esperar a convencer a Bruselas, Washington y Pekín para que decrezcan, sino que debe iniciar la transición inmediatamente, porque sus urgencias nacionales se lo demanda.

Racionalidad y afectividad

Finalmente debe recordarse que las transiciones postextractivistas no son solamente una cuestión de saberes expertos y tecnologías de gestión pública. Son también expresión de otra sensibilidad, de nuevas afectividades que nutren un compromiso con la justicia, tanto con las personas y la Naturaleza. El corazón es tan importante como la racionalidad en esta tarea. La condicionalidad cultural profundamente arraigada hace que prevalezcan sensibilidades recortadas que toleran la destrucción de la Naturaleza, naturalizan la violencia con las comunidades locales, mientras se ama el consumismo y el materialismo.

Para ilustrar esta asociación es apropiado resaltar que las transiciones postextractivistas postulan desde un inicio un cambio radical en la valoración, y por ello redescubren la magia que existe en sitios silvestres, en las distintas especies de plantas y animales, y en los paisajes que ellos conforman. Del mismo modo, revaloran en las comunidades locales sus saberes tradicionales, su ingenio para lidiar con la pobreza y la violencia. Aspectos que, en el caso colombiano, hace que las transiciones postextractivistas  también sirvan para amparar a las comunidades locales y los líderes que sufren la violencia. Por lo tanto, los postextractivismos son una medida necesaria tanto para proteger esos ambientes como para asegurar la paz y el respeto de los derechos humanos de esas comunidades.

Las confusiones que alimentan los “cambios cortos”, alejándose de esos compromisos, de una manera u otra no logran resolver la criminalización, los desplazamientos, los exilios, las muertes, y la destrucción ambiental, ya que esas son consecuencias ineludibles de los extractivismos. Es por esas razones que las transiciones postextractivistas buscan dejar atrás ese tipo de apropiación de la Naturaleza. No es sencillo, pero los primeros pasos requieren tener claridad y certezas en las condiciones que se desean superar y las metas que se proponen alcanzar.

Notas

1. La serie de artículos comenzó analizando las propuestas de continuar con los extractivismos a manos llenas (17 agosto) – https://blogs.elespectador.com/actualidad/embrollo-del-desarrollo/extractivismos-manos-llenas-justificaciones-propositos-insostenibles

El segundo artículo analizó las opciones sobre transiciones y la designación de nuevas autoridades ministeriales (19 agosto) – https://blogs.elespectador.com/actualidad/embrollo-del-desarrollo/transiciones-extractivistas-nuevas-ministras-e-independencia-ciudadana

El tercero abordó los distintos tipos de progresismos y las posiciones dentro del gobierno Petro (24 agosto) – https://blogs.elespectador.com/actualidad/embrollo-del-desarrollo/transiciones-los-distintos-progresismos-los-nadie-aqui-alli

2. Un ejemplo concreto de las transiciones, enfocado en los extractivismos mineros, en Postextractivismos y alternativas a la megaminería, E. Gudynas, en Resistencia: minería, impactos y luchas, Universidad de Cuenca (Ecuador), 2022.

Además, se pueden encontrar informaciones y documentos sobre las transiciones de salida de los extractivismos en el portal www.transiciones.org

3. “No hay que matar al pollito sano del petróleo para darle caldo al pollito enfermo”, La República, entrevista a B. Baptiste por Iván Bernal Marín, 7 marzo 2022, https://www.larepublica.co/empresas/no-hay-que-matar-al-pollito-sano-del-petroleo-para-darle-caldo-al-pollito-enfermo-3316549

4. Mercadería y militarización. La naturaleza en la política ambiental de Duque, E. Gudynas, en Aprendiz de Embrujo. Balance del primer año de gobierno de Iván Duque (H. D. Correa, ed), Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo (PCDHDD) y otros, Bogotá, 2019.

5. Minminas Irene Vélez dice que hay que exigirles a países que decrezcan, El Tiempo, 2 setiembre 2022, https://www.eltiempo.com/economia/sectores/ministra-de-minas-irene-velez-sobre-decrecimiento-economico-699216

 

 

Cuarto (y último) artículo de una serie enfocada en algunos de los desafíos del nuevo gobierno en Colombia, publicados en El Espectador (bogotá). El primer artículo enfocó sobre las propuestas de continuar con los extractivismos a manos llenas (17 agosto) – aquí…

El segundo artículo analizó las opciones sobre transiciones y la designación de nuevas autoridades ministeriales (19 agosto) –  aquí…

El tercer artículo abordó los distintos progresismos, el discurso del gobierno de Gustavo Petro, y las implicancias de la gira de la vicepresidente Francia Márquez (25 agosto) – aquí…

 

Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES). Publicado en Transiciones.org el 25 de setiembre 2022. Una versión de este artículo se publicó en El Epectador (Bogotá) el 9 setiembre 2022.  Se puede reproducir siempre que se cite la fuente.